Pedro se disponía a comerse un suculento huevo frito cuando descubrió la tragedia: la bolsa de las milonguitas estaba vacía. Miró su reloj, apenas faltaban tres minutos para la una del mediodía, si se apuraba llegaría antes de que la panadería cierre y con suerte podría comprar las últimas dos o tres milonguitas que le quedarían a esa hora.
Sin pensarlo dos veces, corrió a la calle, atravesó el jardín y ganó la esquina, cuál no sería su sorpresa cuando casi atropella a Don Esteban, su vecino, que salía de su casa con la misma prontitud que él.
No hicieron falta palabras, cada uno en los ojos del otro divisó el objetivo: hacerse de las últimas milonguitas de la panadería, ambos se miraron como dos gallos de riña, compararon fuerzas y sin mediar palabra alguna emprendieron la carrera.
Don Esteban, a pesar de ser mayor que él, tenía un mejor estado atlético e inmediatamente le sacó casi una cuadra de ventaja. Pero Pedro no se desmoralizó, cuando pasó por la puerta de Doña Rosita, entró al jardincito y al grito de guerra de “en un rato se la devuelvo” se montó en la bici y emprendió nuevamente el camino.
Faltaban apenas una cuadra para llegar a destino y ni noticias de Don Esteban, “claro – pensó riéndose por dentro –con la bici le debo haber sacado dos cuadras de ventaja”
Cuando al fin llegó a la panadería menuda decepción se llevó, ya había cerrado. Golpeó la puerta lo más fuerte que pudo y después de un rato salió Chicho, el ayudante del panadero que le dijo que ya no quedaba más pan, pero que Zoraya su esposa, le daría dos o tres para sacarlo del apuro
Se iba Pedro tan contento por haberle ganado a Don Esteban que no se dio cuenta del gigantesco bache que había delante suyo, cayó desparramado, milonguita de sombrero, y estaba aún tratando de reponerse del golpe cuando se acercó Don Esteban a ayudarlo.
- Pobre Pedro, que golpe te has dado, dejame ayudarte, discúlpame que antes salí tan apurado y ni te salude, es que tenía miedo a que cierre la verdulería, me había preparado un churrasquito y no tenía tomates…visto es que a vos te pasó lo mismo pero con la panadería… vení, vení que doy unos pancitos.
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