El príncipe Jazín estaba enamorado de Shaíta, la hija del herrero, pero sus padres, los reyes del Gran Reino Azul le tenían terminantemente prohibido acercase a ella debido a que no era de la nobleza. La belleza de Shaíta era tan singular que no solo el príncipe estaba enamorado de ella, casi todo el palacio suspiraba de amor, entre ellos el gran guerrero Fragur.
Una noche mientras Jazín contemplaba extasiado a Shaíta, se acercó Fragur y al ver sus ojos de enamorado le dijo que él podía ayudarlo a quebrantar la prohibición de sus padres sin que estos se enterasen. El amor que sentía por Shaíta era tanto que, a pesar de tener que desobedecer a sus padres, el príncipe aceptó.
Fragur lleva al príncipe a las afueras del palacio diciéndole que allí se encontraba Shaíta esperándolo, pero su secreta intención era que el gran Pájaro de Fuego que asolaba de noche el bosque lo atacara y lo matara.
Tal era la desolación del príncipe cuando descubrió que Shaíta no vendría, que ni siquiera notó que el Gran Pájaro de Fuego estaba junto a él y conmovido por tanta tristeza le contó que Shaíta no era otra que la princesa Carmín del Reino Rojo, que había sido cambiada al momento de nacer por un hada malvada, como prueba de ello, le regaló un oráculo en que se podía ver todo el pasado incluso, el engaño de Fragur.
El príncipe regreso al palacio, contó la historia a su padre, y éste emocionado autorizó la boda.
Una semana después, el único que no estaba alegre era el guerrero Frangur que como castigo a la traición lo habían mandado a cazar cuatrocientos millones trescientos veintiún mil doscientas treinta y dos ranas para el gran banquete que se daría en el palacio celebrando la boda de Jazín y la princesa Carmín.
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