miércoles, 20 de junio de 2012

Amor con faltas de ortografía

Él le escribía mil cartas
que ella nunca respondía.
Eran cartas con amor
y faltas de ortografía.
En laberintos de letras
se perdía a cada instante.
Sus mensajes tropezaban
con todas las consonantes.
Nunca encontraba la erre
y le faltaban las comas
o en lugar de usar la ge
ponía siempre la jota.
En el mar de las palabras
naufragaba cada día
su amor que no respetaba
las reglas de ortografía.
Necesitaba la zeta
para poder abrazarla.
Con las haches que sobraban,
sería imposible amarla.
Enredado en alfabetos,
buscaba su corazón
cómo decir que la amaba
sin signos de puntuación.
Con litros de tinta verde
lo ayudaba la maestra
y corregía las cartas
que no tenían respuesta.
Pero ella seguía ignorándolo
y él decidió hablarle un día.
(Al fin y al cabo no hablaba
con faltas de ortografia).
Le dijo que la quería
con todo el abecedario.
Prometió estudiar las reglas
y comprarse un diccionario.
Ella aceptó y los dos juntos
escriben desde ese día
su hermosa historia de amor
sin faltas de ortografía.

Un secreto de amor

Tengo un secreto de amor
escondido en el bolsillo.
Es un secreto pequeño
envuelto en miedos sencillos.
Tiene sólo cuatro letras,
cuatro letras que te nombran,
que sólo encuentran mi voz
al abrigo de las sombras.
Mi secreto se acurruca
en la esquina del silencio
y te espía desde un libro
cuando estoy en el colegio.
Roba a veces tu sonrisa
y con hilos invisibles
la hilvana a este amor que crece
en tierras de lo imposible.
Se alimenta en la penumbra
con retazos de palabras
que no encuentran el camino
para llegar a tu alma.
Y cuando no te das cuenta,
se asoma hasta tu mirada
y calma su sed inmensa
bebiendo a sorbos mis lágrimas.
Mi secreto se disfraza
con pretextos y mentira
y solamente la luna
sabe esta verdad prohibida.
Las estrellas son guardianes
que vigilan mi secreto
para que nunca se escape
por la ventana del sueño.
En horizontes de otoño
se deshoja mi esperanza
y se mueren sin caricias
mis manos que no te alcanzan.
Porque no puedo gritarlo
y porque nadie lo sabe
duele tanto este secreto
guardado con siete llaves.
Y mi amor fue condenado
al abismo del olvido
porque estoy enamorado
de la novia de mi amigo.

Amor en la biblioteca - Liliana Cineto

Cuentan que cuentan que había
una vez una princesa
que vivía en un estante
de una vieja biblioteca.
Su casa era un cuento de hadas,
que casi nadie leía,
estaba entre un diccionario
y un libro de poesías.
Solamente algunos chicos
acariciaban sus páginas
y visitaban a veces
su palacio de palabras.
Desde la torre más alta,
suspiraba la princesa.
Lágrimas de tinta negra
deletreaban su tristeza.
Es que ella estaba aburrida
de vivir la misma historia
que de tanto repetir
se sabía de memoria:
una bruja la hechizaba
por envidiar su belleza
y el prícincipe la salvaba
para casarse con ella.
Cuentan que cuentan que un día,
justo en el último estante,
alguien encontró otro libro
que no había visto antes.
Al abrir con suavidad,
sus hojas amarillentas
salió un capitán pirata
que estaba en esa novela.
Asomada entre las páginas
la princesa lo miraba.
Él dibujó un sonrisa
sólo para saludarla.
Y tarareó la canción
que el mar le canta a la luna
y le regaló un collar
hecho de algas y espuma.
Sentado sobre un renglón,
el pirata, cada noche,
la esperaba en una esquina
del capítulo catorce.
Y la princesa subía
una escalera de sílabas
para encontrar al pirata
en la última repisa.
Así se quedaban juntos
hasta que salía el sol,
oyendo el murmullo tibio
del mar, en un caracol.
Cuentan que cuentan que en mayo
los dos se fueron un día
y dejaron en sus libros
varias páginas vacías.
Los personajes del libro
ofendidos protestaban:
"Las princesas de los cuentos
no se van con los piratas".
Pero ellos ya estaban lejos,
muy lejos, en alta mar
y escribían otra historia
conjugando el verbo amar.
El pirata y la princesa
aferrada al brazo de él
navegan por siete mares
en un barco de papel.

lunes, 18 de junio de 2012

Selección de poesías infantiles de María Elena Walsh

El reino del revés


Me dijeron que en el Reino del Revés
nada el pájaro y vuela el pez,
que los gatos no hacen miau y dicen yes
porque estudian mucho inglés.

Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres.



Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez,
que usan barbas y bigotes los bebés
y que un año dura un mes.

Me dijeron que en el Reino del Revés
hay un perro pekinés
que se cae para arriba y una vez
no pudo bajar después.

Me dijeron que en el Reino del Revés
un señor llamado Andrés
tiene 1.530 chimpancés
que si miras no los ves.

Me dijeron que en el Reino del Revés
una araña y un ciempiés
van montados al palacio del marqués
en caballos de ajedrez.

Vamos a ver cómo es
el Reino del Revés.


Manuelita

Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marchó.

Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.

Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.

Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer? Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia me podrán embellecer.

En la tintorería de París
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.
Le pusieron peluquita
y botines en los pies.

Tantos años tardó en cruzar el mar
que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó vieja como se marchó
a buscar a su tortugo que la espera en Pehuajó



La vaca estudiosa

Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.

Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.

Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.

Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.

La vio la maestra asustada
y dijo: - Estas equivocada.

Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?

La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.

Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.

La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.

La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.

Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.

La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.

Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.

Y en ese lugar de Humahuacala
única sabia fue la vaca.


La familia Polillal


La polilla come lana
de la noche a la mañana.

Muerde, come, come, muerde
lana roja, lana verde.

Sentadita en el ropero
con su plato y su babero,

come lana de color
con cuchillo y tenedor.

Sus hijitos comilones
tienen cuna de botones.

Su marido don Polillo
balconea en un bolsillo.

De repente se avecina
la señora Naftalina.

Muy oronda la verán,
toda envuelta en celofán.

La familia polillal
la espía por un ojal,

y le apunta con la aguja
a la Naftalina bruja.

Pero don Polillo ordena:
--No la maten, me da pena;

vamosnos a otros roperos
a llenarlos de agujeros.

Y se van todos de viaje
con muchísimo equipaje:

las hilachas de una blusa
y un paquete de pelusa.


El país de Nomeacuerdo

En el país de Nomeacuerdo
doy tres pasitos y me pierdo.
Un pasito para aquí,
no recuerdo si lo di.
Un pasito para allá,
¡Hay que miedo que me da!
Un pasito para atrás,
y no doy ninguno mas.
Porque ya, ya me olvidé
donde puse el otro pie.




Canción de tomar el té

Estamos invitados a tomar el té,
la tetera es de porcelana
pero no se ve,
yo no se por qué.

La leche tiene frío 
y la abrigaré, 
le pondré un sobretodo mío 
largo hasta los pies, 
yo no sé por qué.

Cuidado cuando beban, 
se les va a caer 
la nariz dentro de la taza 
y eso no está bien, 
yo no sé por qué.

Detrás de una tostada 
se escondió la miel, 
la manteca muy enojada 
la retó en inglés, 
yo no sé por qué.

Mañana se lo llevan preso 
a un coronel 
por pinchar a la mermelada 
con un alfiler, 
yo no sé por qué.

Parece que el azúcar 
siempre negra fue 
y de un susto se puso blanca 
tal como la ven, 
yo no sé por qué.

Un plato timorato 
se casó anteayer, 
a su esposa la cafetera 
la trata de usted, 
yo no sé por qué.

Los pobres coladores 
tienen mucha sed 
porque el agua se les escapa
cada dos por tres, 
yo no sé por qué.



Canción de la Vacuna

Había una vez un bru, 
un brujito que en Gulubú 
a toda la población 
embrujaba sin ton ni son.

Pero un día llegó el Doctorrrr 
manejando un cuatrimotorrrr 
¿Y saben lo que pasó?
¿No? 

Todas las brujerías 
del brujito de Gulubú 
se curaron con la vacú 
con la vacuna 
luna luna lu.

La vaca de Gulubú 
no podía decir ni mu. 
El brujito la embrujó 
y la vaca se enmudeció.

Pero entonces llegó el Doctorrrr
manejando un cuatrimotorrrr 
¿Y saben lo que pasó?
¿No? 

Todas las brujerías 
del brujito de Gulubú 
se curaron con la vacú 
con la vacuna 
luna luna lu.

Los chicos eran todos muy bu, 
burros todos en Gulubú. 
Se olvidaban la lección 
o sufrían de sarampión. 

Pero un día llegó el Doctorrrr 
manejando un cuatrimotorrrr 
¿Y saben lo que pasó? 
¿No? 

Todas las brujerías 
del brujito de Gulubú 
se curaron con la vacú 
con la vacuna 
luna luna lu.

Ha sido el brujito el u, 
uno y único en Gulubú 
que lloró, pateó y mordió 
cuando el médico lo pinchó.

Y después se marchó el Doctorrrr 
manejando un cuatrimotorrrr 
¿Y saben lo que pasó?
¿No? 

Todas las brujerías 
del brujito de Gulubú 
se curaron con la vacú
con la vacuna 
luna luna lu.



La calle del gato que pesca

Peligroso es
andar por la ca
la calle del ga
del gato que pes
que pesca y después
se esconde y escapa pa pa pa.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventani.
A la gente que
pasa distraí
el gato bandi 
con caña y anzue
les pesca el sombre
sombrero y el moño ño ño ño.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
El gato francés
con tanto sombre
nadie sabe qué 
qué hace después,
y el asunto es
es que se disfraza za za za.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
Pero el gato un dí
salió disfraza
con gorra de la
de la policí
disfrazado así
dio una caminata ta ta ta.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
Así disfraza
oyó la denun
cia de un transeú
contra un gato ma
porque le ha roba
robado el bonete te te te.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
El gato no pue
decirle soy yo
confundido no
tiene más reme
que llevarse pre
preso al calabozo zo zo zo.
Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.



La pájara Pinta

Yo soy la Pájara Pinta,
viuda del Pájaro Pintón.
Mi marido era muy alegre
y un cazador me lo mató
con una escopetita verde
el día de San Borombón.

Una bala le mató el canto
-y era tan linda su canción-,
la segunda le mató el vuelo,
y la tercera el corazón.

Ay ay la escopetita verde,
ay ay mi marido Pintón.
Si al oírme se ponen tristes
a todos les pido perdón.
Ya no puedo cantar alegre
ni sentadita en el limón
como antes cuando con el pico
cortaba la rama y la flor.

Yo soy la Pájara Pinta,
si alguien pregunta dónde estoy
le dirán que me vieron sola
y sentadita en un rincón
llorando de melancolía
por culpa de aquel cazador.

Al que mata a los pajarillos
le brotará en el corazón
una bala de hielo negro
y un remolino de dolor.
Ay ay la escopetita verde,
ay ay mi marido Pintón.




La reina Batata

Estaba la Reina Batata 
sentada en un plato de plata,
el cocinero la miró 
y la reina se abatató.

La reina temblaba de miedo, 
el cocinero con el dedo, 
que no que sí, que sí que no... 
de malhumor la amenazó.

Pensaba la Reina Batata: 
"Ahora me pincha y me mata" 
y el cocinero murmuró: 
"Con ésta sí me quedo yo". 

La reina vio por el rabillo 
que estaba afilando el cuchillo 
y tanto tanto se asustó 
que rodó al suelo y se escondió.

Entonces llegó de la plaza 
la nena menor de la casa, 
cuando buscaba su yoyó 
en un rincón la descubrió. 

La nena en un trono de lata 
la puso a la Reina Batata 
colita verde le brotó...
(a la Reina Batata, a la nena, no)
Y esta canción se terminó.




Marcha de Osías

Osías el Osito en mameluco
paseaba por la calle Chacabuco
mirando las vidrieras de reojo 
sin alcancía pero con antojo.

Por fin se decidió y en un bazar 
todo esto y mucho más quiso comprar. 
Quiero tiempo pero tiempo no apurado, 
tiempo de jugar que es el mejor. 

Por favor, me lo da suelto 
y no enjaulado adentro de un despertador.
Quiero un río con catorce pececitos 
y un jardín sin guardia y sin ladrón. 

También quiero para cuando este solito 
un poco de conversación. 

Quiero cuentos, historietas y novelas 
pero no las que andan a botón. 
Yo las quiero de la mano 
de una abuela que me las lea en camisón.

Quiero todo lo que guardan los espejos 
y una flor adentro de un raviol
y también una galera con conejos 
y una pelota que haga gol.



Twist del Mono Liso

¿Saben saben lo que hizo
el famoso Mono Liso?
A la orilla de una zanja
cazó viva una naranja.

¡Qué coraje, qué valor!
Aunque se olvidó el cuchillo
en el dulce de membrillo
la cazó con tenedor.

La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.

A la hora de la cena
la naranja le dio pena,
fue tan bueno el Mono Liso
que de postre no la quiso.

El valiente cazador
ordenó a su comitiva
que se la guardaran viva
en el refrigerador.

La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.

Mono Liso en la cocina
con una paciencia china
la domaba día a día,
la naranja no aprendía.

Mono Liso con rigor
al fin la empujó un poquito
y dio su primer pasito
la naranja sin error.

La naranja, Mono Liso,
la mostraba por el piso,
otras veces, de visita,
la llevaba en su jaulita.

Pero un día entró un ladrón,
se imaginan lo que hizo,
el valiente Mono Liso dijo:
"Ay, qué papelón".

La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.

A la corte del Rey Momo
fue a quejarse por el robo,
mentiroso, el rey promete
que la tiene el gran bonete.

Porque sí, con frenesí
de repente dice el mono:
"Allí está detrás del trono
la naranja que perdí".

La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.

Y la reina sin permiso
del valiente Mono Liso
escondió en una sopera
la naranja paseandera

Mono Liso la salvó
pero a fuerza de tapioca
la naranja estaba loca
y este cuento se acabó.

La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.

La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.







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